Índice
Praga-n, 2014ko abenduak 6an
Capitulo 1
El estrepitoso sonido de las gotas cayendo sobre la tela, recordaba a una enorme bolsa de palomitas explotando en el microondas. Muchas palomitas en un microondas gigante... tantas, que a Ixchel se le hacía la boca agua de tan solo pensarlo.
La nueva tienda de campaña, brillando en tonalidades rojizas a la luz del ambiente nocturno, la hacía al menos sentir protegida. Como poco, era más de lo que sentía en la vieja, con su sistema de goteras incorporado. Aunque -pensó con una media sonrisa de satisfacción-, si de algo podía estar orgullosa, era desde luego de que todo el diseño de la misma fuera suyo y de nadie más. Cientas de pequeñas figuritas minimalistas poblaban cada centímetro de la tela impermeable, y la acompañaban en aquella noche de lluvia, esta vez fuera del papel donde, durante una jornada igual a aquella misma, habían sido ideados.
La espera empezaba a antojársele extrema aquella noche, y, con toda la impaciencia que le roía el estómago y todo el chaparrón que amenazaba fuera, por algún motivo aún no se sentía totalmente capaz de permanecer allí dentro, y de no salir a buscarlo.
Se entretuvo como pudo trenzando su larga melena, negra como el tizón, y soltándola después para dejar varios mechones caer sobre la piel tostada de sus mofletes. Intentó más tarde continuar con su lectura habitual, pero aquello no la distrajo más que por un par de minutos. Su concentración no le concedió más que eso, y su paciencia acabó por colmarse de golpe, como si se tratara de un reloj se arena que hubiera acabado de vaciarse por completo.
Capitulo 1
El estrepitoso sonido de las gotas cayendo sobre la tela, recordaba a una enorme bolsa de palomitas explotando en el microondas. Muchas palomitas en un microondas gigante... tantas, que a Ixchel se le hacía la boca agua de tan solo pensarlo.
La nueva tienda de campaña, brillando en tonalidades rojizas a la luz del ambiente nocturno, la hacía al menos sentir protegida. Como poco, era más de lo que sentía en la vieja, con su sistema de goteras incorporado. Aunque -pensó con una media sonrisa de satisfacción-, si de algo podía estar orgullosa, era desde luego de que todo el diseño de la misma fuera suyo y de nadie más. Cientas de pequeñas figuritas minimalistas poblaban cada centímetro de la tela impermeable, y la acompañaban en aquella noche de lluvia, esta vez fuera del papel donde, durante una jornada igual a aquella misma, habían sido ideados.
La espera empezaba a antojársele extrema aquella noche, y, con toda la impaciencia que le roía el estómago y todo el chaparrón que amenazaba fuera, por algún motivo aún no se sentía totalmente capaz de permanecer allí dentro, y de no salir a buscarlo.
Se entretuvo como pudo trenzando su larga melena, negra como el tizón, y soltándola después para dejar varios mechones caer sobre la piel tostada de sus mofletes. Intentó más tarde continuar con su lectura habitual, pero aquello no la distrajo más que por un par de minutos. Su concentración no le concedió más que eso, y su paciencia acabó por colmarse de golpe, como si se tratara de un reloj se arena que hubiera acabado de vaciarse por completo.
